Dios de amor infinito

Para que tuviéramos la luz, te hiciste ciego.
Para que tuviéramos la unión, experimentaste la separación
del Padre.
Para que poseyéramos la sabiduría, te hiciste “ignorancia”.
Para que nos revistiéramos de la inocencia, te hiciste
«pecado».
Para que esperáramos, casi te desesperaste.
Para que Dios estuviera en nosotros, lo sentiste lejos de ti.
Para que fuera nuestro el cielo, sentiste el infierno.
Para darnos una estancia gozosa en la tierra entre cien
hermanos y más, fuiste excluido del cielo y de la tierra,
de los hombres y de la naturaleza. Eres Dios, eres mi Dios, nuestro Dios de amor infinito.

Chiara Lubic

Publicado en: Oraciones con espíritu, VVAA, Ed. Fundación Maior, 2020 p. 46.

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