La niña esperanza

Lo que me admira, dice Dios, es la esperanza.
No salgo de mi asombro.
Esta pequeña esperanza que parece tan poquita cosa, esa
niña esperanza, inmortal…
Porque mis tres virtudes, dice Dios, mis criaturas, mis
hijas, mis niñas, son como mis otras criaturas de la raza
de los hombres.
La Fe es una esposa fiel.
La Caridad es una madre, una madre ardiente, toda corazón,
o quizá es como una hermana mayor, que es como
una madre.

La Esperanza es una niñita de nada, que vino al mundo
el día de navidad del año pasado.
Sin embargo, esta niñita esperanza es la que atravesará
los mundos.
Esta niñita de nada, ella sola, llevará consigo a las otras
virtudes: ella es la que atravesará los mundos llenos de
obstáculos.

Por el camino empinado, arenoso y estrecho, arrastrada y
colgada de los brazos de sus dos hermanas mayores, que
la llevan de la mano, va la pequeña esperanza.
En medio de sus dos hermanas mayores, da la sensación
de dejarse arrastrar como una niña que no tuviera fuerzas
para caminar.
Pero, en realidad, ella es la que hace caminar a las otras
dos, y las que las arrastra, la que hace caminar al mundo
entero y la que empuja.

Porque en verdad no se trabaja sino por los hijos.
Y las dos mayores no avanzan sino gracias a la pequeña.
La niña esperanza camina entre sus dos hermanas mayores.
Nadie se fija en ella.

Por el camino de la salvación, por la senda carnal, por el
camino quebrado de la salvación, por la carretera interminable,
por el camino, entre sus dos hermanas, la pequeña
esperanza avanza.

Charles Péguy

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