Oh María, Madre mía
oh, consuelo del mortal:
amparadme y guiadme
a la patria celestial.
Con el ángel de María
las grandezas celebrad.
Transportados de alegría
sus finezas publicad.
Salve, júbilo del cielo,
del Excelso dulce imán;
Salve hechizo de este suelo,
triunfadora de Satán.
Quien a Tí ferviente clama
halla gloria en el pesar,
pues tu nombre luz derrama,
gozo y bálsamo sin par.
De sus gracias tesorera
la nombró su Redentor:
con tal Madre y Medianera
ya no teme el pecador.
Pues te llamo con fe viva
muestra, ¡oh Madre!, tu bondad,
a mí vuelve, compasiva,
esos ojos de piedad.
Anónimo