Ave María,
mujer pobre y humilde,
¡Bendita del Altísimo!
Virgen de la esperanza,
profecía de los tiempos nuevos,
nosotros nos asociamos
a tu canto de alabanza
para celebrar las
misericordias del Señor,
para anunciar la venida
del Reino
y la plena liberación
del hombre.
Ave María,
humilde sierva del Señor,
¡gloriosa Madre de Cristo!
Virgen fiel, morada
santa del Verbo,
enséñanos a perseverar
en la escucha de la Palabra,
a ser dóciles a la voz del Espíritu,
atentos a sus llamadas
en la intimidad de la conciencia
y a sus manifestaciones
en los hechos de la Historia.
Ave María,
mujer del dolor,
¡Madre de los vivientes!
Virgen esposa ante la Cruz, nueva Eva,
sé nuestra guía
por los caminos del mundo,
enséñanos a vivir y a difundir el amor de Cristo,
a permanecer contigo junto
a las innumerables cruces
sobre las cuales tu Hijo
está aún crucificado.
Ave María,
mujer fiel,
¡Primera discípula!
Enséñanos a construir
el mundo desde dentro:
en la profundidad del silencio y la oración,
en la alegría del amor fraterno,
en la fecundidad insustituible de la Cruz.
Santa María,
Madre de los creyentes,
ruega por nosotros.
Amén.
Benedicto XVI