Oración después de la comunión

Padre, tú nos has regalado a tu Hijo viviente y permites que en la Hostia él venga siempre
de nuevo a nosotros. Tú no nos lo regalas como una vida cualquiera, sino como vida de tu vida. Haz que lo recibamos en toda su fuerza divina, que él posee gracias a su donación. Haz que nos retiremos, que disminuyamos tanto ante él que él pueda actuar en tu Espíritu. Que se sienta en su casa en nosotros, a pesar de nuestras faltas y debilidades. Que de nuestro corazón pueda sacar lo que tú quieras y que nada en él se frustre ni sufra menoscabo por nuestra causa. No permitas que le impongamos límites, que sepamos de precauciones y angustias que le son extrañas.

Haz que le imitemos, que le sigamos, tanto como nos es posible. Son tantos, tantos a los que hoy concedes la gracia de recibir a tu Hijo. Permite que cada uno de ellos le lleve consigo a los demás: a los que están impedidos, a los que no son admitidos, o a los que aún no le conocen hasta el extremo de desearle con todo el corazón. Padre, te damos gracias porque has dejado que tu Hijo se hiciera hombre, porque le has permitido el sacrificio de la cruz y el sacrificio del altar.
Te agradecemos por las gracias que cada uno de nosotros experimenta por medio de tu Hijo.
Haz que se mantenga viva en nosotros la sed de esas gracias. Que siempre las deseemos,
para nosotros y para todos aquellos por los cuales tu Hijo ha muerto en la cruz y que resucitarán con él y por él en virtud del poder divino trinitario. Padre, bendice cada comunión. Haz que el
sentido de la Eucaristía sea cada vez más vivo en tu Iglesia, que esta vitalidad no quede atada a los límites de nuestro conocer y querer sino que brote libre y sin trabas desde su fuente: la vida eterna.

En nuestra acción de gracias estamos unidos con todos los que te conocen y pueden experimentar
los beneficios de la misión de tu Hijo. También con todos los que emprenden el intento de consagrarte su vida como prueba de su agradecimiento. Danos la fuerza de realizar ese
agradecimiento de modo que allí tú puedas ver la acción de tu Hijo, que en el espíritu de nuestra acción de gracias puedas reconocer a tu Espíritu Santo, y servirte de nosotros para lo que quieras. Padre, haz que seamos disponibles por la disponibilidad de tu Hijo, que amemos por el amor con el que él ha cumplido tu misión: amarte en perfecta obediencia. Y así sálvanos y condúcenos a ti.

Adrienne von Speyr

Publicado en: Oraciones con espíritu, VVAA, Ed. Fundación Maior, 2020 pps. 59-60.

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