San Francisco de Borja

«Quiero vivir a Él, para Él y en Él. Y el día que Dios me pidió el corazón, se lo deseé entregar tan enteramente que ninguna criatura lo pudiese turbar y eso por agradecimiento al que nos da todo lo que somos. Lástima me dan y mucha compasión y quisiera gritarles a los que tienen a Dios como si fuese una ley, que juzga y castiga y no da fuerzas para cumplirla, y por es le sirven como esclavos por miedo. Y eso es a causa de que no saben que Dios es Amor y les lleva, a veces, al apartamiento de Dios, cuando muy en lo contrario, Nuestro Señor es Vida verdadera y felicidad muy cumplida y su carga ligera, pues que Él se ha uncido a nuestro yugo y comparte con nosotros la misma carga. Jamás nos castigará: nos castigamos nosotros cuando nos separamos nosotros de Él y le perdemos. Está llamando a nuestra puerta, puesto que quiere siempre nuestro bien.

Plazca al Señor os dé entender a todos, con acción de gracias, que gran cosa es que le llame a uno para servirse de él , sin tener necesidad alguna de él , poniéndolo en los negocios en que se puso Él, y encomendó a su sacratísimo Hijo. Tened por muy cierto que todo cristiano está llamado al mismo ser y hacer de Nuestro Señor y en todo amar y servir a todos, y muy por delante a los que nadie ama. Mi padre, el duque Juan, ya me decía que “antes había que faltar dinero en palacio que a los pobres”, pues que son vicarios de Cristo en este mundo y el que da y se da al pobre, presta a Dios».

Extracto de una de sus cartas.

Compartir: