San Miguel, San Gabriel y San Rafael

«Un verdadero y característico acto de entrega a los arcángeles Miguel, Rafael y Gabriel para que nos ayuden en la lucha contra las seducciones del diablo, nos lleven las buenas nuevas de la salvación y nos tomen de la mano para no que no tomemos el camino equivocado en la vida.

Algo que llama la atención desde el inicio es que los ángeles y nosotros tengamos la misma vocación: cooperar en el plan de salvación de Dios; somos, por decirlo así, “hermanos en la vocación. Los ángeles están frente al Señor para servirlo, para alabarlo y también para contemplar la gloria del rostro del Señor: los ángeles son los grandes contempladores, contemplan al Señor; sirven y contemplan. Pero el Señor también los envía para acompañarnos en el camino de la vida.

Comenzando por Miguel —el gran Miguel— el que hace la guerra al diablo. Al final, cuando el dragón combatía contra Miguel, cuando ganó, el texto dice así: “el gran dragón, la serpiente antigua, el llamado diablo y Satanás, el seductor del mundo entero; fue arrojado a la tierra”. El diablo es nuestro enemigo es una visión del fin del mundo, pero, mientras tanto molesta, molesta en nuestra vida: siempre busca seducir, como sedujo nuestra madre Eva, con argumentos convincentes: “come el fruto, te hará bien, te hará conocer tantas cosas”. Y así comienza, como la serpiente, a seducir, a seducir y después, cuando hemos caído, nos acusa delante de Dios: “es un pecador, ¡es mío!”.

El segundo arcángel, Gabriel, es el que lleva las buenas nuevas, el que llevó la noticia a María, a Zacarías, a José. Gabriel, por lo tanto, lleva las buenas nuevas y la buena nueva de la salvación. También él está con nosotros y nos ayuda en el camino. Sobre todo cuando, y sucede tantas veces, nosotros con tantas noticias malas o tantas noticias que no tienen sustancia, olvidamos la buena nueva, aquella del Evangelio de Dios, de la salvación, que Jesús vino con nosotros y nos trajo la salvación de Dios. Y es precisamente Gabriel quien nos recuerda esto y por eso hoy pedimos a Gabriel que nos anuncie siempre la buena nueva. Gabriel, recuérdanos la buena nueva de Dios, lo que Dios ha hecho.

Y después está el tercer arcángel, Rafael, el que nos ayuda en el camino, el que camina con nosotros. Miguel nos defiende, Gabriel nos da la buena nueva y Rafael nos toma de la mano y camina con nosotros, nos ayuda en tantas cosas que suceden en el camino. A Rafael le debemos pedir: por favor, que nosotros no seamos seducidos para dar el paso equivocado, equivocarse de camino; guíanos por el buen camino. Tu eres el compañero de camino, como fuiste el compañero de camino de Tobías.

Los tres arcángeles, están delante de Dios, son nuestros compañeros porque tienen la misma vocación en el misterio de la salvación: llevar adelante el misterio de la salvación. Adoran a Dios, glorifican a Dios, sirven a Dios.

Miguel, ayúdanos en la lucha; cada uno sabe qué lucha tiene en su propia vida hoy, cada uno de nosotros conoce la lucha principal, la que hace arriesgar la salvación. Ayúdanos, Gabriel, tráenos noticias, tráenos la buena nueva de la salvación, que Jesús está con nosotros, que Jesús nos ha salvado y danos esperanza. Rafael, tómanos de la mano y ayúdanos en el camino para no equivocarnos de rumbo, para no quedarnos parados: siempre caminar, pero ayudados por ti».

Papa Francisco

Extracto de la Homilía en la festividad de los Santos Arcángeles.

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